¿Cómo puede llegar a ser alguien un héroe en la realidad?

Publicado en: Firmas, Ponentes, SH15 0

David V. Mora

David V. Mora
Asesor y consultor en Ekiyoo Media
Ficha de #SuperHeroes15

 

 


Mi amigo Andrés Abril está trabajando en su libro Design philosophy of a hero, donde desglosa los términos del título (Philosophy = “Filosofía” / Filosophy = “Filosofía de” / Design philosophy of a hero = “Diseño filosófico de un héroe” / Design filosophy of a hero = Diseño o filosofía de un héroe). Me pidió que colaborase respondiendo a una pregunta y con un aporte visual, así que escribí lo que viene a continuación. Dadas las características de #SuperHeroes15, he creído interesante reproducirlo aquí.

LA PREGUNTA: ¿Cómo puede llegar a ser alguien un héroe en la realidad?

Hace poco me invitaron a participar en un evento con el nombre de “Superhéroes”. Me parecía sorprendente englobar en ese nombre a un encuentro empresarial o de gente del mundo de los negocios y de la emprendeduría, pero analizándolo me di cuenta enseguida que era absolutamente permitente. La cuestión era que consideramos que es un héroe o un superhéroe.

En este caso, el tamaño sí importa. Un superhéroe tiene un elemento esencial: “algo” que le hace diferente, generalmente un poder especial asociado a un mundo cuasi paralelo, posiblemente real pero más cercano a lo fantástico y, por lo tanto todo se engrande, es “súper”.

Un héroe es exactamente lo mismo pero dentro del mundo real, aunque en este caso lo diferente y el poder se limitan a hacer algo que los demás no hacen. Sí, me explico: Es una curiosa diferenciación. Se debería de entender -por eso de que el tamaño sí importa-, que el superhéroe sería una enfatización a la enésima del héroe. Pero no. Los superhéroes no parecen tener relación con los héroes. Es un sinsentido. Quizás porque se reconocen pocos héroes reales y por eso la mente se perturba y tan sólo puede aceptar que los superhéroes no son de este mundo.

Para mí lo que define a un héroe es su talento, en la materia que sea, y el superhéroe sería la potenciación al máximo de ese talento.

Para mí un héroe es un periodista que escribe una carta a su hijo para comentar la famosa foto del niño muerto en la playa turca (http://www.elmundo.es/internacional/2015/09/02/55e7209646163fb77b8b459b.html) y con el dolor, la verdad y la sinceridad destruye todo el amarillismo y la hipocresía con la que se ha tratado una noticia que parece única y desgarradora cuando en el día a día se produce el mismo hecho, una y mil veces, sin que NADIE se inmute (ni políticos ni ciudadanos de a pie). Todos estamos acostumbrados a leer “han muerto tantos niños…” y ahí seguimos con nuestro café… Es algo intrascendente porque es habitual. Nada que haya que tratar de manera diferente. Real.

Ese talento de comunicar para remover las conciencias de Pedro Simón (así se llama el periodista) le convierte en un héroe para mí.

El mundo está lleno de héroes, generalmente anónimos y generalmente despreciados. Sí, porque el talento no es un factor positivo que sea reconocido y aceptado. Como nada que es diferente.

El talento no es un bien mayoritario. Es escaso, muy escaso. Y encima difícil de medir, y por lo tanto de valorar.

Vivimos en un mundo donde lo que no se puede medir con exactitud no tiene valor o precio. O es muy difícil reconocerlo. Algunos dirán: No, no es cierto. Véase como se reconoce, por ejemplo, el talento de los actores. Pero es que el talento de los actores, en general, se mide por sus resultados en taquilla o por los Oscar que reciben, o por otros lo mucho que salen en las revistas de colores. Pero dudo que se utilicen los mismos baremos para actores o actrices que no son medibles en término de precio o resultados. Yo conozco a muchos actores y actrices que con un talento inmenso trabajan cuidando niños (espero que lean el artículo de Pedro Simón a los niños que cuidan) o como administrativos o como una de esas mil profesiones que parecen no importar. Y no es que un cuidador de niños o un administrativo no pueda ser talentoso. No. Para nada. Conozco a muchos con mucho talento. Sin ir más lejos, las personas que atienden a niños, si es que lo hacen bien, tienen muchos talentos y se deberían enfatizar más. Hay mucho héroe y superhéroe cambiando pañales y enseñando valores a esos pequeños.

En mi día a día veo como el talento se desprecia y esa consideración de héroe, en la acepción de “el que tiene un talento” parece una cosa de soñadores.

En el mundo real, los sueños son para la publicidad y para la noche. O para los discursos políticos. Pero se obvia cuando se trata de cambiar algo. De ejercer el talento o ponerlo a disposición de otros.

Lo peor que me he encontrado es la sospecha que produce en cuanto se reconoce. Si: si tienes talento eres sospechoso. ¿Y cuál es la razón? Qué es un bien escaso. Los demás no lo tienen.

Los superhéroes no producen sospecha. Están ahí pero no molestan y, además divierten, porque sus talentos los hace únicos… pero irreales. No hay nada más amenazante que un talento(al fin y al cabo un poder) que pueda afectar a tu status quo.

La realidad no hay quien la acepte. Alterarla aún peor. La comodidad te lleva a no cuestionar nada: para mi esos son los antihéroes. En el sentido de los que se oponen a los héroes.

El mundo rebosa de antihéroes. ¿Cómo se reconocen? Normalmente abren los telediarios o te recuerdan su poder (da igual que sea en el trabajo, en la casa o en la escuela) o hacen que lo que tu pretendes hacer no se produzca porque “amenaza” el bien general. Sí, sí… los antihéroes siempre tienen la justificación de defender los intereses de los demás… aunque, como todos sabemos (sólo hay que ver unas cuantas películas) los antihéroes sólo defienden sus intereses, que casi siempre se traducen en sus dineros.

Los reconocemos y los criticamos pero una cosa es la crítica de jardín y con los colegas, o incluso en los foros, o protestando en público o con el castigo del voto, y otra ser un héroe en el día a día.

Ser héroe no es ejercer una queja. Es ejercer el talento cada día.

Debería ser una obligación social ejercer de héroe y una materia a impartir desde el parvulario.

¿Se imaginan a todos los niños y niñas del mundo asumiendo que tienen un talento y lo deben de poner a disposición de la sociedad, aprendiendo cada día más para potenciarlo?

En lugar de quejas: acción. Que cada cual ponga su talento al servicio de los demás y, especialmente, a su propio servicio.

Yo, el único talento que tengo es reconocer el talento de los demás. A lo más ayudo a potenciarlo, si es que los demás se dejan ayudar (algo extremadamente difícil de conseguir, os lo puedo asegurar… pero eso es otra historia).

Héroes somos todos. Ejercer de héroes prácticamente nadie. Porque nos cuesta y lo que cuesta no es fácil. Lo más fácil: apostar por los superhéroes y no replantease nada. Los superhéroes siempre quedan. ¿Creen que alguien se acordará de algún héroe pasado un tiempo? Difícil. ¿Alguien se acuerda del nombre del periodista que he mencionado algunas líneas arriba?

¡Cuánta vagancia! ¡Qué falta de compromiso social!… y especialmente: ¡Que poco compromiso personal!

Yo quiero ser héroe.

EL APORTE VISUAL:

david v. mora kinder

Esta foto me la tomaron en una escuela de primaria. La foto en sí es absolutamente convencional, pero lo que ocurre “dentro” de la foto es muy diferente. Y comento: a todos los niños les obligaban a peinarse y repeinarse “para salir guapos” en la foto. A mí, de hecho, me pusieron un flequillo espantoso que contradecía todas las reglas del buen gusto y, a pesar de que para el fotógrafo estaba “muy guapo”, yo cogí unas tijeras y me lo corte en ángulo para mostrar mi rebelión. Además soy zurdo y me obligaron a utilizar la derecha (la izquierda era la mano del diablo y al parecer hizo algo bueno porque con la obligación de utilizar la derecha ahora soy ambidiestro, jejeje) de manera que el bolígrafo está cerrado y al revés para mostrar mi disconformidad.

Lo recuerdo perfectamente. Como si hubiese sido ayer. La mirada es desafiante, pero triste: ¡A un niño no se le puede obligar! Los demás elementos de atrezzo son tan surrealistas como el fondo. Y puesto que me hicieron fingir que escribía sobre un cuaderno que ya estaba escrito (¿Quién hace eso?… Ah, sí, claro: todo el mundo, jajaja) yo metí mi tebeo de “Superman” (¡mucho mejor que una revista de moda, una bailarina y un burrito con alforjas!).

La foto era en blanco y negro. Hace poco la repinte con colores para intentar darle un poco de vida.
Siempre me ha encantado porque creo que refleja perfectamente ese talento por reconocer el talento de los demás: en este caso la falta de talento.

Si os ponéis a buscar posiblemente encontréis miles de fotos idénticas de niños en escuelas de media Europa. La mía es única por lo que hay “dentro”.

Superman

Mi héroe hoy sigue: sí, para mi Superman no era un superhéroe. Era un héroe. De esos que hacen cosas todos los días para los demás. Que tuviese superpoderes era algo natural. Ya entonces se podía ver con Rayos X. Se trataba de ir a ver al padre de mi amigo que era médico y tenía una máquina que te permitía ver por dentro de la gente… y yo sabía que volar era cuestión de tiempo.

Hoy Superman flota en el techo de mi habitación recordándome en cada momento que los superhéroes vuelan y que para ser héroe, además de tener los pies en el suelo, se tiene que saber que también se puede volar. Sólo hay que encontrar el talento para hacerlo.

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